9 ago 2013

aquellos que vienen después de la muerte

Era una época lejana. Una época de guerras. Donde venían ladrones a las pobres aldeas, con caballos, lanzas y espadas. Hacían masacres con tal de robar unos licores y obligar a algunas mujeres. A parte de eso, toda la región estaba suspendida entre dos grandes ejércitos que se mataban entre sí, rompiendo todo y olvidando lo que estaba a su paso. No sabemos bien sus razones, pero siempre son las mismas.
En una pequeña aldea del Este reinaba la tranquilidad aunque sea de a ratitos. Suspiraban entre ruidos de bombas lejanas y pedían al primer Dios que se les ocurriera que proteja su hogar y a su familia.
Como en toda pequeña comunidad existían reconocidos sabios, prestigiosos monjes y sacerdotes.
Sobre uno de los sacerdotes posaba la armonía del lugar; era quien se ocupaba de bendecir y cuidar espiritualmente a los aldeanos. Era médico, consejero, padre y hermano.
Él no entendía por qué se le asignaba menuda tarea; no era más que otro hombre, no se sentía más que otro hombre. Era viejo, estaba a punto de pasar la línea; era un ser que ya estaba curtido de décadas y heridas. Se sentía pequeño y gigante, inmenso y escaso. La ardua tarea de sentir que siempre debía tener una respuesta lo descolocaba; había situaciones que él no podía controlar, como pasa en la vida misma. Pero las familias estaban tranquilas mientras este hombre se situara cerca de ellos.
Un día llegó un forastero al pueblo; había corrido kilómetros y kilómetros en busca de una civilización. Necesitaba agua, su corazón bombeaba demás.
Mientras lo tranquilizaban, reveló que vio al Ejército del Sur aproximarse a pasos agigantados, para realizar alguna emboscada. Todo el pueblo sabía que podría pasar; aún sin ser un objetivo, por un poco de mala suerte o puto destino, podrían atormentar la aldea, invadirla o quemarla. Lo que se les antojara. Así de crueles son las guerras, y un puñado de hombres con un poco de poder.
Todos corrieron a ver al sacerdote para ver qué pensaba sobre la noticia. Si contestaba lo obvio, que era que no podía hacer nada, que era solo cuestión de rezos y esperas, la gente empezaría a sentir escoria y la ausencia de una posible solución.

Debido a su extrema atención con los desamparados durante toda su vida (y menospreciándo la suya), fue victima de una enfermedad. Quedo postrado en un manto sobre el suelo, mientras algunos se reunian a su alrededor para compartir su dolor.
-Si el sacerdote muere quedaremos solos ante esta catástrofe!
-¿Qué vamos a hacer?!


Ante las incógnitas de los angustiados, tuvo que responderles;
-No se preocupen, mis aldeanos. He decidido sacrificar mi vida por ustedes. De esa forma toda la región se salvará y quedará santificada.

Y tal como se los prometió, a  días de sentirse morir, el anciano cumplió. Mandó a hacer un pozo muy profundo donde el sacerdote quedaría rezando por las almas desamparadas los últimos días de su única vida. Lo único que lo mantendría comunicado con el exterior, sería un pequeño tubo de bambú. Le había pedido a los aldeanos que aunque lo pidiera el mismo, que no lo saquen de allí. Que ese era su lugar, y que debía cumplir su promesa.
Se encontraba solo en la oscuridad, tocando una pequeña campanilla que dejaría notar su ausencia el día en que se deje de escuchar.

A fuera, todos estaban rezando para que su sacrificio sea aceptado por Buda.
 Su figura iba  a ser una deidad.
3 días pasaron, en la oscuridad del pozo, tocando la pequeña y dorada campanilla, haciendo plegarias y pidiendo por ellos.

Se sentía morir; la hora estaba llegando.
Pero en un instante de flaqueza, sus tristezas hicieron que sea víctima del arrepentimiento. Quería mantenerse aferrado a la vida; había tenido un contacto horrible con la oscuridad. No podía creer que ya no habría solución.
Soltó unas palabras, entre lágrimas, casi arañándose el rostro, con los ojos hechos plato y vidrios rotos.
-Yo siempre fui generoso con todos los aldeanos, ¿pero por qué debo sacrificar mi vida por ellos?!
Nació gritando, y asi murió.
-¿¡Por qué a mi!?
Gritando.



Su cadaver fue embalsamado para convertirse en una figura sagrada, pero su alma no tuvo salvación alguna, y quedó atrapada en la obscuridad.



Le pareció una eternidad.




Entonces, fue cuando escuchó la voz de ese hombre entre las tinieblas.
-Odialos...Odialos a todos.
Abrió sus ojos, aún seguían mojados.
Era una figura maligna, era todo aquello que describía a algún diablo.
-Odialos. Tienes el derecho de hacerlo. -siguió- Pobre hombre, al ser considerado un santo no se te fue permitido mostrar confusión o preocupación. Y lo peor, es que ninguno de esos aldeanos te tuvo en cuenta. Te sepultaron y te obligaron a que sacrifiques tu vida por la de ellos, dejándote en esta enfermante oscuridad.

Esas palabras jamás hubieran salido de su boca. Se sintió confortado, alguien por fin lo entendía. Estaba arrodillado en quién sabe donde, al rededor de quién sabe qué. El vacío mismo, tenebroso, él en el medio. Confundido, seguía ocultando sus ojos llorosos con sus manos sucias.
Estaba en su infierno, ardiendo entre sus propias llamas; ahogado en sus lágrimas; perdido en su eternidad. Solo él. Solo él y aquella figura, que le dió su entendimiento, que lo acobijó entre sus maldades, y luego desapareció.
El aura del anciano se entristeció completamente para siempre.


Jamás pudo sentirse humano; su condición y relevancia no se lo permitían. Pero no se puede ser algo y no serlo. Necesitaba tener un momento de humanidad. Y lo tuvo ahí, comprendió, en el instante de morir. Necesitaba sentirse de carne y huesos el último momento de su vida, aunque eso le costara el infierno.
Quedó otra vez solo, como en la vida, pero en la muerte.
-







Un tiempo después, una luz se posó en su nada oscura; era una mujer de túnicas blancas, cabellos largos y miraba compasiva, pero fría. Tenía algo para decirle, sabía leer lo que brotaba en sus ojos. La angustia y la ira formaban el aura de aquel hombre.
Se sentó frente a el.
-Puedo sentir que fue una persona muy bondadosa en su vida pasada.
-¿Por qué me miras tan fijo? ¿A caso quieres ver mi corazón?- dijo el anciano, cansado y eterno.
- No, no  es necesario. Puedo notar la angustia que sale de cada poro de tu piel..
El hombre suspiró, y miro al temible vacío.
- Es irónico, como Santo perdoné y ayudé a todos los necesitados. Pero al morir, fui víctima de arrepentimientos. No resulté ser un santo, eso lo descubrí al estar en mi propia agonía...
-Es humano confundirse, nos ayuda a buscar la excelencia...-lo tranquilizó.
-No pude convertirme en un ser iluminado, mi obsesión por la vida hizo que mi alma pecadora cayera al mismo infierno.
La mujer veía su desgano y el pesar de su derrota. Pero no entendía su guerra, esa necesidad de limitar su vida humana. de sentirse atrapado por una triste condición.
-No es una verguenza sentir tristeza por haber perdido tu vida terrenal. ¿Acaso piensas que alguien desea morir? Y si alguna pobre alma  lo desea, que en el último segundo no se arrepentiría? Ese instante debe ser el más vital de cada persona; ese tira y afloje con el abismo, lo desconocido.
La extraña mujer abrazó al sacerdote y lo invitó a confesarse por última vez; que saque toda aquella impureza que aún dormía en su corazón, que se le aflojen las piernas por primera vez, que pueda soltar hasta el último detalle de su calvario personal.
Luego de varias horas de hablar con aquella mujer, su aura de iluminó, y pudo descanzar en la paz eterna.
Allí también, en esa confesión, volvió a sentirse humano, aún después de la mismísima muerte.


9 comentarios:

  1. Es hermosa la historia, y está hermosamente redactada. Nunca dejes de escribir loquillaaa, sos lo más en ésto y lo tenés que explotar y desarrollar con la práctica siempre. <3

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  2. Guauuu...yo tenía en mis planes escribir una novela medieval después de terminar el policial que estoy escribiendo...chiflá si te interesa jaj. Muy buena prosa narrativa.salutes.

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  3. esas epocas tienen una mistica divina, y ni hablar de la pureza que se puede divisar en los actos y pensamientos de ciertas gentes y culturas. una mente muy diferente y menos contaminada que la nuestra. cuente cuente! quiero chusmear

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  4. Si podríamos ser socios, escribís (en este genero) -jeje- mucho mejor que yo que soy un enroscado psicológico. Es la historia de un capitán muy importante que destierran de su reino por salirse del protocolo y perdonar a una mujer con su niño en la conquista de una villa aledaña- cuando la orden era matar a todo aquel que no se resista a unirse al imperio-. Se escapa por la noche y huye a una villa a vivir como un campesino. Un día cae el imperio a su villa y el improvisa y arma una rebelión con sus vastos conocimientos estratégicos y termina peleando contra el reino. La idea es hacer un poco de realismo mágico como 100 años de soledad. Si lees "La hija del capitán" de Pushkin vas a entender la idea general. Pasáme una dire si te interesa para mandarte un archivo de word donde tengo el boceto, la idea está muy buena, pero me falta envión. Entenderás la desprolijidad de esta reseña, es que estoy en el trabajo... jej. Beso.

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  5. qué lindo. donde metas al realismo mágico, va a ser una historia diferente.
    ojo eh, puede que yo sea mucho mas enroscada que vos, estamos peleando el puesto (estoy raaaaaaaaaaaatos laaaaaaargos para coordinar mis ideas, tengo el bocho medio quemado)
    me gusta la idea, estaría que se enamore de la mina por no respetarlo como un capitán importante, si no que lo subestime y lo rebaje todo el tiempo a su altura, media rebeldita y tierna a la vez n.n
    te paso. ne-leb@hotmail.es

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    1. Jaja si, lamentablemente ella va a morir, y eso le va a dar mas bronca a él para pelear contra el imperio. Tiene varios rivetes la historía esta buena pero creo que me queda demasiado grande el genero a mí por ahora. A la tarde te mando el resumen, sin compromiso, me la juego por ahí te convertís en una J.K Rowling jaja.

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    2. jajaja, lo que pasa es que para relatar cosas muy "viejas" tenés que estar enterado de varias cosas; elementos, la cabeza de la gente, cóomo era el mundo en esos tiempos, los alimentos, bla bla bla. imaginar cosas que no vivimos y que ni se aproximan a nuestra realidad es grosso.
      dales, te leos
      abrazongo!

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  6. Me ha dejado con la boca abierta, y con la curiosidad de saber que pasó con los aldeanos.

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  7. esto pasó hace 500 años, asi que ni huesos debe haber!

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