2 feb 2014

Del griego kátharsis

Se aproximaban las seis de la tarde y  ya empezaba a pensar que ese iba a ser un jueves a la  noche cualquiera. La idea de la costumbre me descolocó y recordé que había guardado en el bolsillo del pantalón un papelito que me dio alguien por ahí. Era una propaganda a blanco y negro de un show de magia. Nunca había ido a uno, ni siquiera cuando creía en ella. 
Decidí ir, por qué no, a pasar un rato, a tomar una cerveza, a creer en algo. La entrada era barata y el lugar algo lúgubre; esos sótanos raros de la Capital que parece que te pueden conducir a Narnia, a China o a un prostíbulo. 
Cené algo al paso, me puse el mismo pantalón, zapatillas y una camisa morada. Fui sola, como a las cosas que me interesan, por que siempre me interesan solo a mí. Me senté en una mesa, chiquita, redonda. Estaba colmado de gente el lugar, de gente que paga para que los entretengan, para no  terminar pensando lo mismo que yo un jueves por la tarde. Un bufón, Internet, una película. Siempre terminamos pagando por cosas que pensamos que necesitamos.
El mago se presentó solo y empezó, como lo suelen hacer, con un par de chistes. Para descongestionar la intriga. Una chica a su lado (siempre los magos tienen chicas lindas al lado) reía y sonreía, mostrando el comedor blanco y las caderas perfectas. Las piernas largas, con tacones negros. Cabello por debajo de las tetas. Colorado. Parecía un típico show de Magia. El tipo se llamaba, o se hacía llamar, El mago Ebun.  
Pidió silencio. Al principio comenzó con lo de las palomas, algo ya muy usado dentro del ambiente. Luego tiró algunos cuchillos al rededor de la flamante figura de su subordinada, que casi rezaba apoyada contra la pared. La gente aplaudía. Luego convirtió el agua en vino y caminó sobre las aguas. A no, no era ese, bueno, lo del vino sí. 


-Ahora sí, damas y caballeros de exquisita elegancia. Veremos magia de verdad. Lo que vieron antes, fue sólo pura suerte. Algo de premeditación. Y un poco de mi ingenio, por supuesto. Aplaudamos a la señorita Kabara por su valentía! Vamos! Ahora viene la magia-. El público aplaudía como foca y ansiaban ver de qué trataba todo eso.

-Ahora, señoras y señoras, hagamos de una vez algo de magia de verdad. 
El hombre quemó una flor y esparció sus cenizas en una maceta con tierra mojada. 
Luego mostró una botella llena de agua del Riachuelo y la colocó sobre la mesa.
Después, desagradablemente, mostró un conejo blanco muerto. Posó el cuerpo duro sobre la mesa.

A continuación dijo algunas palabras, agitó un pañuelo y desparramó un polvo "mágico" sobre toda la mesa. A sorpresa de todos, después de dos segundos, la suerte de los objetos cambió rotundamente.
La flor estaba ilesa, perfecta, en la maceta.
La botella de agua turbia se volvió cristalina.
El conejo, blanco y muerto, se tiró de la mesa y se fue brincando entre el público.

-Eso es lo que ustedes  siempre esperan. Magia. Nada de estas cosas pasan. Los árboles mueren, el agua se acaba y se mancha, y el especismo siempre mata. La magia sólo existe en un show de magia. El mundo se muere y aún todos creen que hay soluciones mágicas. 

6 comentarios:

  1. Ojala existiera un poco mas de magia en la vida cotidiana. Lamentablemente las leyes naturales no están echas al talle de nuestra conciencia. Muy lindoooooooo.

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  2. Cuantas veces me habre sentido como esa mina y que necesitando rajar un rato del mundo , me encuentro con algo que pega un poco en el bocho... muy bueno Bel .. "etiqueta negra" jajaja

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    1. lo que te deja pensando no siempre es lo que pensabas que te iba a hacer pensar. se entendió? :P

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    3. La verdad , es ese quiza uno de los pilares del conocimiento!

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